Colleen Craig
Workshop 2012

Entrevista
¿Por qué pilates con balón?

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Workshop Pilates on the BallTM por Colleen Craig


ENTREVISTA

La primera vez que asistí a una clase de balón, fue en la YMCA de mi localidad. Se trataba de hacer ejercicio con un gran balón de vinilo, inflado. Empecé la clase llena de energía y seguridad. Después de todo, no es cierto que al acostarse horizontalmente sobre un tapete se lucha con la gravedad. Me admiré de mí misma al rodar y balancear, estirar, lanzar alto el balón al aire y atraparlo entre mis pies como un cirquero. ¡Vaya!
A la mitad de la clase de cuarenta minutos, me faltaban el aliento y las fuerzas. Mis ojos iban y venían del reloj al rostro de la instructora ¿por qué nos estaba torturando? Observé a los otros participantes. Una pareja se estaba quejando o sonriendo irónicamente de sus propias debilidades, al momento en que se rendían, exhaustos, cayendo al piso cerca de sus balones.

Para mí era raro, como participante en una clase de mente/cuerpo, que me importara el progreso de los otros asistentes, pero tenía que evaluar cómo se las estaban arreglando los demás. Nada en mi pasado físico, ni todos los años de entrenamiento de danza, las competencias infantiles de gimnasia, ni el vasto entrenamiento de Pilates, me había preparado lo suficiente para el asombroso vigor del trabajo con balón. Cada músculo de mi cuerpo estaba vivo, hasta los abdominales, que yo creía duros como una roca, se estaban quejando.

Había planeado ir al salón de pesas después de la clase, pero apenas pude arrastrar el peine por mi cabello. En cambio me desplomé en una silla de la cafetería de la YMCA y traté de entender qué había pasado.
Frecuentemente presumía que a mis cuarenta y tantos años, era más fuerte que cuando tenía veinticinco. Siempre ponderaba que Pilates había realineado y vuelto a dar forma a la fuerza  de mi centro que nunca creí poseer. Con todo, el balón había deshecho totalmente la imagen que tenía de mi misma. Al ejecutar algunos ejercicios, no tenía idea qué músculos reclutar para lograr el balance y control necesarios. Por primera vez, entendí el total significado de la palabra reclutar – muy usada en el lenguaje militar- para describir la movilización física de los músculos. Nunca había tenido ningún sentido para mí, en el contexto de las clases de movimiento, excepto ahora, trasladado de forma sutil, al desafío del trabajo con el balón.

Al mismo tiempo que analizaba críticamente al balón, también estaba disfrutando la felicidad que me daba haber concluido el ejercicio. Nunca antes experimenté esos profundos y agradables estiramientos. Me había recostado de espaldas sobre el balón y sentido cómo mi espina dorsal se hacía una con la forma de la esfera. Mientras que la gravedad, al estirar, me abría hueso por hueso en una inexplicable sensación de placer. Nunca había percibido que el uso de mi cuerpo pudiera ser tan  eficiente y funcional. Realicé una serie de ejercicios de brazos, en los cuales no sólo se comprometían éstos y los hombros, sino también el torso completo. Y casi al final del ejercicio, se nos permitió acomodar nuestros agotados cuerpos sobre los balones. En ese preciso momento, el instructor nos enseñó una seductora postura a la cual denominó:“un pedacito de cielo”. Con esa postura tuve la inigualable sensación  de la serenidad del vientre materno, con la respiración como mi única compañera.

Poco después de esa primera y profunda experiencia, empecé a valorar las clases grupales de Mat que impartía cada semana, basada en las enseñanzas de Joseph Pilates. Por lo general, en una sesión tradicional y privada de Pilates, se trabaja la mitad del tiempo en el piso y la otra mitad en los aparatos. Joseph Pilates diseñó piezas específicas de equipo para agregar resistencia al trabajo en el tapete y para aumentar el estiramiento. Ambos son la clave para que el ejercicio sea  efectivo. Sin embargo, estas piezas de equipo, que se encuentran en exclusiva en los estudios Pilates, son costosas y no del todo portátiles. En una situación de grupo, usted está restringido a los ejercicios en el tapete. Esto siempre me ha parecido una deficiencia. Si tan sólo yo pudiera de alguna manera integrar el balón a mis clases de grupo, para que el usuario disfrute, desde el principio, de todos los beneficios de la resistencia y apoyo de las pesas. Además, con el balón le mostraría a los estudiantes de Pilates Mat el repertorio de rutinas basadas en los equipamientos.

Cuando yo hice mi certificación de Pilates, no se realizaban los ejercicios con balones, ni formaban parte del equipo asociado con el Método Pilates. Sin embargo, yo tenía el potencial para crear algo nuevo y hacer que todo lo bueno de Pilates fuera incluso lo más efectivo para mis estudiantes. Metódicamente recorrí, uno a uno, todos los ejercicios basados en aparatos y piso para determinar cuáles podría mejorar con el  uso del balón. A diferencia de las clases de la YMCA con sus repeticiones extenuantes y énfasis en los aeróbicos, traté de permanecer lo más fiel posible a mi experiencia y vasto entrenamiento de Pilates. Y del mismo modo, intenté respetar lo máximo posible la ciencia y principios del método. Cuando empecé a compartir Pilates con balón con otros maestros del mismo sistema, fisioterapeutas, maestros de educación física y editores de acondicionamientos físicos, su abrumadora  y   entusiasta respuesta confirmó lo que ya sabía: que estaba tras algo bueno.

No obstante, fue sólo cuando inicié  la enseñanza de Pilates con balón a muchos estudiantes-todos de diferentes edades y niveles de acondicionamiento físico- que aprecié totalmente cuán milagroso es el ejercicio con balón. Incluso las personas que no hacían ejercicio, adultos sedentarios, alegremente se pusieron a gatas, sobre las manos y rodillas, y realizaron una serie de sanas lagartijas.

Las exigencias del balón y la manera en que se les enseñó a moverse con todo el cuerpo, admiró a la élite de los atletas. Las personas pudieron conectarse con el balón de una manera única. Un modo que era imposible repetirlo con una máquina o un tapete. Y así fueron descubriendo en este método de movimientos, exactamente lo que querían del ejercicio. Trabajar con el balón fue divertido y a la vez transformador; vigoroso, pero seguro. Un método que se dirige a la columna vertebral, al centro y al tono muscular, incorporando la flexibilidad y la habilidad para relajarse. ¿Qué fue esa sensación tan completa que habló a todo mi cuerpo? ¡Y la belleza y colorido de los inmensos balones inflados! Al observar los rostros iluminados de tantos adultos ante ese espectáculo, me hizo emocionar.

Al final, la experiencia del placer puede ser el aspecto más significativo que el balón trae a cualquier sesión de entrenamiento. A pesar del acondicionamiento profundo del cuerpo, los beneficios cardiovasculares y de postura, y un sorprendente balance unido a la práctica de coordinación, el balón tiene cualidades lúdicas. Es decir, no sólo es un ejercicio sino también un juego. Rompe nuestros hábitos y juicios de adultos, calma nuestras tensiones físicas y emocionales, y nos vuelve a conectar con nuestra niñez .O por lo menos, con una parte de nuestro ser más joven, más libre y desestructurado. El balón juega intrépidamente con la gravedad para crear un doble juego de placer y peligro. Mientras ruedo lentamente sobre la curva de mi balón, boca abajo o de espaldas, en una profunda expansión que abre mi corazón hacia el cielo, me pregunto si no es así como se debe sentir caer ingrávidamente en el espacio.”


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